Tomar decisiones en tu vida es complicado. Te puedes pasar horas enteras mirando ese reloj y sintiendo como ese tic tac se va metiendo dentro de tu cabeza. Durante esas horas interminables te da tiempo a pensar en miles de cosas:

"¿ Qué pasará si hago esto?" "¿ Qué pasará si hago lo otro?" "¿ Me arrepentiré de no haber hecho lo anterior?".

Eso hace que te encuentres confusa ante la multitud de opciones que tienes y cuando ya no sabes lo que hacer. De repente sin más decides un camino.

No sabes si ese camino es el correcto, pero la sigues como una corriente de agua que te empuja.

Después de haber transcurrido el tiempo te preguntas, -¿ es realmente lo que quería?. Te encuentras que el camino ya está tomado. Entonces piensas, si hubiese hecho caso a mis verdaderos sentimientos y no a algo externo a mí. Mi vida hubiese tomado otro rumbo. La realidad de aquellos días es hoy muy distinta de lo que siento ahora mismo, era inocente e influenciable. Os puedo decir que he aprendido de ello.

Por eso a quién me este leyendo ahora, os digo que debéis hacer lo que sintáis. Aunque eso sea para la gente una locura, hay que arriesgarse para saber si es realmente lo que te llena, para poder descartarla. Nunca te acomodes, porque eso no te hace avanzar.

Vive pensando que si te has equivocado ha sido porque no ha salido bien. Lucha aunque tus ánimos estén por los suelos. Piensa tú y que nunca piensen por ti. Sé tú misma. No tengas prisa en elegir, solo elige bien. Aunque luego la vida te dirá si lo que has elegido ha sido lo correcto, pero nunca te arrepentirás porque lo has elegido tú.

En conclusión:

hay que aprender de los errores, pero nunca te pierdas a ti misma. Busca dentro de ti para hallar la respuesta que te lleve a lo que quieres ser y hacia donde quieres llegar, para luchar por ello. No pierdas la esperanza de poder llegar a las metas que te propongas.