En busca de la felicidad
-¿Quién soy yo?
– me pregunté junto a un espejo.
Mi sonrisa no era una sonrisa,
solo era una carcajada sin sentido.
Mi reflejo solo era una persona inerte
que se negaba a sí misma
lo que deseaba.
Caja de rosas rojas
El aire pasa por mis dedos descalzos y mi cuerpo frágil parece resistir mis últimos suspiros. Los años han pasado, pero parece que los recuerdos siempre vuelven a ti como una brisa suave.
Mi vida en el campo, cuando tan sólo era una niña, era dura. Al sentir, caer sobre mi suave piel los rayos del sol abrasando, los días de mi niñez. Recuerdo a mi madre en aquellos años con tal intensidad que podría describirse hasta el último detalle de ella. Pero lo que más me impactó era su forma de arar con voluntad y fuerza, que la tierra rendida a sus pies caía junto al buey que la dominaba.
Mi madre era fuerte como la corteza de un árbol, la cual le sirvió para llevar una familia hacia delante.
Mi padre murió cuando mis hermanos y yo éramos pequeños. Lo poco que nos contaba mi madre de su forma de afrontarlo por aquella época era lo siguiente – «Lloró durante ese día pero, el día siguiente, cogió su hoz. Empezó a segar el campo, olvidando las lágrimas en el fondo de su corazón, para seguir el camino que le había tocado vivir.»